El Papado Está Llamado a un Papel Global, Dice Teólogo Norteamericano

WASHINGTON DC, 27 Mar. (ACI).- La función global del Papado no sólo es consecuencia de la personalidad carismática del Papa Juan Pablo II, sino también una exigencia de un mundo globalizado al que el papado, por su función "pontifical" -hacedor de puentes-, no puede renunciar. Así lo señaló el P. Avery Dulles durante una conferencia de honor en la Universidad de Fordham.

Dulles, uno de los más reconocidos teólogos norteamericanos y miembro de la Comisión Teológica Internacional, fue invitado por la Universidad de Fordham para pronunciar la famosa "Conferencia McGinley", con la que se inicia el período de clases de primavera.

"El papado ya no regresará a la manera de ser previa a los desarrollos traídos por Vaticano I y II", dijo Dulles, al señalar que "la iglesia hoy, en un mundo global de rápidas comunicaciones, exige más que nunca un oficio primacial que mantenga unidas e intercomunicadas a las iglesias locales, a la vez que salga al encuentro del mundo entero con la verdad y el amor de Cristo", señaló.

Según Dulles, los católicos que se oponen a la presencia universal del papado "se han convertido en una "fuerza activa" que normalmente fundamenta sus presiones invocando el principio de subsidiariedad.

El sacerdote explicó que este principio se aplica con precisión en el mundo civil; pero que es "por lo menos impreciso" querer aplicarlo para regular las relaciones entre las iglesias locales y el Pontificado. "Si bien los problemas locales deben manejarse localmente, es muy difícil sostener que los problemas de una iglesia local no afectan al íntegro de la catolicidad", explicó. "Esto es más claro aún hoy, donde si algo es permitido en Peoria, inmediatamente se convierte en tema de discusión en Varsovia", explicó también.

"El resurgimiento de la autoridad pontificia en el siglo XIX trajo importantes beneficios", sostuvo Dulles, porque según él, "esto permitió que católicos de diversas naciones mantuvieran un sentido de unidad y solidaridad incluso a través de las dos guerras mundiales del siglo XX".

Según el teólogo, la presencia global del papado es más importante hoy, debido a la naturaleza del mundo en el que vive la Iglesia: "Roma no puede quedarse inerte mientras algunos temas doctrinales se debaten localmente; esto hubiera podido pasar en el pasado, cuando las comunicaciones eran lentas. Pero ahora, su intervención se requiere tan pronto surge una controversia".

Cómo no debe ser

Dulles señaló que los teólogos críticos al pontificado han propuesto cinco medidas para supuestamente "modernizar" el pontificado; y criticó cada una de ellas, señalando sus deficiencias.

La propuesta para modificar la elección de los obispos para que ésta sea local "podría llevar fácilmente a la pugna de facciones y luchas de poder al interior de las iglesias locales". "El actual procedimiento, en mi opinión, nos ha proporcionado un cuerpo episcopal bastante bueno que se compara ventajosamente con los obispos elegidos de otras iglesias", señaló.

Respecto a la idea de convertir al Sínodo de los obispos en la "junta de gobierno" de la Iglesia, Dulles señaló sencillamente que "dudo sinceramente que los fieles católicos quisieran verse vinculados por decretos variables de una asamblea de este tipo". La misma objeción fue presentada por el sacerdote frente a la idea de que sean las conferencias episcopales de cada país las que se conviertan en la máxima instancia de discernimiento doctrinal: "¿Cómo podrían los católicos norteamericanos, por ejemplo, sentirse vinculados por el voto de los obispos a profesar una creencia que no les fue enseñada a través de la Iglesia según la tradición?", preguntó.

La cuarta sugerencia, de impedir la intervención de la Curia vaticana "en asuntos de iglesias locales", tiene, según Dulles "un dudoso valor práctico" ya que, según explicó "la Curia no suele actuar por propia iniciativa, sino en respuesta a pedidos o quejas de las mismas iglesias locales respecto de procedimientos o hechos que se consideran cuestionables".

El sacerdote señaló, como ejemplo, que la reciente decisión de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de intervenir el Comité Internacional para el Inglés en la Liturgia se debió a la queja creciente de muchos obispos y fieles respecto de su función.

La quinta propuesta, que pide que el Papa someta a la votación mundial de los obispos sus decisiones doctrinales antes de anunciarlas, es "un proceso engorroso que sólo dificultaría una respuesta eficiente de la Iglesia frente a situaciones urgentes".

"Precisamente por la creciente actividad de las iglesias particulares y las conferencias, es necesario que Roma tenga más presencia que nunca, para evitar poner en riesgo la unidad de la Iglesia", concluyó Dulles.

Fonte: http://www.aciprensa.com/notic2000/marzo/notic911.htm


ZENIT, 31 de marzo de 2000 EL MUNDO VISTO DESDE ROMA
Un Fraile Capuchinho Prepara Espiritualmente al Papa para la Semana Santa 

Una sugerente meditación sobre el auténtico significado de los Mandamientos

CIUDAD DEL VATICANO, 31 mar (ZENIT.org).- Juan Pablo II interrumpió esta mañana sus actividades para sentarse como un fiel más y escuchar la predicación que un fraile capuchino pronunció para él y para sus colaboradores de la Curia Romana con motivo de la preparación espiritual a la Semana Santa.

En la meditación, que tuvo lugar en la Capilla del Papa artísticamente renovada por expreso deseo suyo con motivo del año 2000, el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, afrontó los motivos que han llevado al pontífice a visitar con motivo de este año santo los lugares bíblicos en los que la Revelación de Dios se hizo patente. El título, de hecho, fue «Del Sinaí al Calvario. Una peregrinación por los lugares de la salvación en el año del gran Jubileo».

La reflexión se convirtió de este modo en una peregrinación espiritual por los cuatro montes que han marcado para siempre el destino religioso de la humanidad --el Sinaí, el Monte de las Bienaventuranzas, el Tabor y el Calvario--. De este modo, Juan Pablo II volvió a revivir interiormente las emociones que experimentó en sus visitas a Egipto (en febrero pasado) y, en la semana anterior, a Jordania, Israel y Territorios palestinos.

La primera etapa de la meditación fue el Sinaí, donde Dios dio al pueblo su Ley y estableció con él una alianza. El acontecimiento del Sinaí, con los diez mandamientos esculpidos en piedra, entra en el panorama del cristiano a través del acontecimiento de Pentecostés, con la nueva ley esculpida por el Espíritu Santo en el corazón del creyente. La Ley de Moisés --subrayó el padre Cantalamessa-- y en general toda ley positiva y escrita, no puede cambiar el corazón del hombre. En Pentecostés, al creyente no se le da una ley exterior, sino una ley interior, que no está escrita en la piedra, sino en los corazones. Es el cumplimiento de la profecía de Ezequiel: «yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así
sean mi pueblo y yo sea su Dios» (11, 19-20).

El padre Cantalamessa explicó que en la cruz, Jesús ha destruido el corazón de piedra de la humanidad. Cuando el Espíritu de Cristo penetra en el creyente, en la medida en que éste lo acoge, cambia la situación interior, cambia y transforma el corazón de piedra en corazón de carne. La nueva ley del Esíritu es el amor, que actúa no «por obligación», sino «por atracción» hacia el bien. Sin el amor no se puede observar la ley. «Si uno me ama, observará mi palabra». La observancia de los mandamientos es la prueba del amor: «En esto consiste el amor, en observar sus mandamientos».

De este modo, explicó el predicador del Papa, entre la ley y el amor se establece una colaboración y una sinergia. El amor salvaguarda la ley y la ley salvaguarda el amor. La ley se nos da para sostener nuestra libertad, no para eliminarla. Algo que ya el Papa había dicho en el Monte Sinaí cuando explicó que la ley nos ayuda a comprender la voluntad de Dios.

«En esto tenemos que aprender algo de nuestros hermanos judíos --añadió el padre capuchino--. Uno de los rasgos más bellos, desde mi punto de vista, de la espiritualidad judía es la gratitud a Dios por el don de la Ley. Ante mis ojos tengo el recuerdo de un cuadro moderno bellísimo que se encuentra
en un museo judío: un grupo de rabinos, vestidos con trajes de oración y con el turbante en la cabeza, se arriman lo más posible a los rollos de la ley: uno se lo acerca a la mejilla, otro al pecho, otro lo levanta; todos tienen los ojos cerrados, como quien saborea una infinita dulzura. Es una
manera visible y plástica de decir que la Ley no es una imposición, sino un privilegio, un don».

Por ello, el padre Cantalamessa invitó al Papa y a sus colaboradores a entrar en sí mismos, en el «lugar misterioso» en el que Dios se revela a la criatura, y a vivir de este modo la Cuaresma para «encontrar el Sinaí en nuestro interior».

ZS00033112 - ZENIT es una agencia internacional de información. Visite su página en http://www.zenit.org - (c) Innovative Media Inc.

Para entrar em contato conosco, utilize este e-mail: adventistas@adventistas.com