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Obispos Europeus Solicitan Bases de un Nuevo Sistema de Gobierno Mundial

CIUDAD DEL VATICANO, 9 abril (ZENIT.org) - "Responsabilidad de Europa en el desarrollo mundial: mercados e instituciones después de Seattle" ha sido el tema del Segundo Congreso Social de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE). Celebrado en Bruselas el 31 de marzo y 1 de abril pasados, reunió a unos 200 asistentes entre delegados de las conferencias episcopales, representantes de las organizaciones y movimientos cristianos y personas vinculadas a instituciones de la Unión Europea. También se dieron cita allí representantes de las Iglesias Protestante, Reformada y Ortodoxa. La misión de la COMECE es acompañar al proceso de integración europea a través de la información y de la acción. Un grupo especializado es responsable de controlar los resultados económicos y sociales.

Después del "histórico" fracaso de la cumbre de Seattle, los obispos europeos tratan de ponerse de acuerdo, afirmó monseñor Josef Homeyer, Presidente de la Comisión, "sobre un modo único de actuar para expresar nuestro punto de vista sobre la evolución del mundo, y sobre cómo debe organizarse el comercio mundial para incorporar también a los pobres".

En el Congreso Social intervinieron, entre otros, Romano Prodi, Presidente de la Comisión Europea, Michel Camdessus, ex-Presidente del FMI, Rubens Ricupero, Secretario General de UNCTAD, y el obispo Diarmuid Martin, Secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

Distintos oradores han enfatizado la importancia de la solidaridad en un futuro sistema de gobierno mundial. En este sentido, Rubens Ricupero declara: "En la raíz del malestar actual acerca de la globalización está el hecho de que hemos sacrificado el concepto de interdependencia. Necesitamos solidaridad, y tenemos que encontrar el modo de integrarla en las leyes internacionales".

Según Michel Camdessus, un sistema de gobierno mundial debería construirse en una democracia global: "La fuerza de las instituciones mundiales no será suficiente por sí misma. Cada país debería sentirse implicado." La reflexión de Michel Camdessus también se centró en la necesidad de renovar las instituciones del "Bretton Woods" (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), fundadas en 1945; desde entonces el mundo ha cambiado: "Hoy somos conscientes de que la responsabilidad se basa no en el poder, sino en un deber universal de solidaridad". Responsabilidad, solidaridad y promoción de un sentido de ciudadanía mundial, son los tres puntos sobre los que el anterior presidente del FMI aconseja hacer converger el esfuerzo de la comunidad mundial.

En este proceso la Unión Europea tiene una especial responsabilidad, explica Romano Prodi: "Un futuro sistema de gobierno global debe estar basado en valores compartidos, tales como justicia y juego honesto, transparencia, sostenibilidad. La Unión Europea custodia y promueve precisamente esos valores. Son parte del patrimonio político y ético distintivo de Europa, y reflejan en gran medida nuestra tradición humanista y el legado moral de los tres credos mediterráneos".

En la mesa redonda en la finalización del Congreso, Rubens Ricupero declaró con firmeza que nuevas rondas de negociación no eran necesariamente la solución a los problemas comerciales de los países menos desarrollados. Para algunos países desarrollados, principalmente en Asia, el cambio es conseguir acceso a mercados globales. Lo que es necesario, como quiera que sea, para los 48 países menos desarrollados, 33 de los cuales se encuentran en Africa, es inversión, instrucción, alivio de la deuda y ayuda al desarrollo.

Haciendo honor al éxito de la Campaña del Jubileo 2000 para cancelar la Deuda del Tercer Mundo, y al papel de las organizaciones de la Iglesia en dicha campaña, Michel Camdessus mencionó que ahora es necesario asegurar que los países desarrollados incrementen sus contribuciones de ayuda al desarrollo del actual 0,23% del Producto Interior Bruto al prometido 0,7%: "Los cristianos deberían comprometerse para garantizar que todas las promesas realizadas por la comunidad internacional se respeten".

Monseñor Homeyer, en su discurso de clausura, dijo a los delegados que la Iglesia tiene el deber de atajar los problemas que han surgido con la globalización: "La alternativa de retirarse al aislamiento  de una "sociedad religiosa" especial simplemente no existe. Se nos ha dado la tarea de ser "la Iglesia en este mundo, de hacer vida nuestras creencias en este mundo; o de proponerlas incluso con más vigor, de no sólo hablar de la solidaridad con los pobres, sino de asegurar que las relaciones sociales, económicas y políticas y las estructuras se fundamenten en la solidaridad y la justicia, incluso si ello significa cambiar el sistema". En su conclusión, monseñor Homeyer hizo un llamamiento a los expertos de las conferencias Episcopales de la Unión Europea para que se definan concretamente las bases de una política de gobierno mundial y para capacitar a la Iglesia a dialogar coherentemente con los gobiernos nacionales y con la Comisión Europea.

Hay muchas cosas que modificar, concluye el episcopado europeo. La reforma de la Organización Mundial del Comercio es un proceso que debe comenzar antes de poner en marcha una segunda actuación en favor de la liberalización y la regulación de los comercios mundiales. Los obispos solicitan que se fijen las bases de un nuevo sistema de gobierno mundial, un "Consensus del millennio", un acuerdo ético global sobre temas fundamentales. "No está en discusión el libre mercado -dicen-, pero el libre cambio no es una libertad anárquica en la que la ley del más fuerte es la única válida". Por ello la globalización debe tener una guía y acompañarse de la "elaboración de un derecho económico mundial".

En este marco, Europa puede jugar un papel fundamental, según el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi: "Europa y la OMC deben trabajar juntas para asegurar una perspectiva a los países pobres. Un mundo dividido entre quien tiene y quien no tiene es una receta para el desastre. Como Europa, tenemos la responsabilidad de usar nuestra política y nuestra influencia económica para impedirlo". ZS00040902.


El Papa Confiesa a Kofi Anan Su Sueño de Justicia en un MUndo Global

CIUDAD DEL VATICANO, 7 abr (ZENIT.org) - Guerras, pobreza, desastres naturales: antiguos problemas que tienen lugar en un nuevo contexto global que, por tanto, tienen que ser afrontados con una nueva óptica, la óptica de la cooperación. Este es el mensaje que transmitió esta mañana Juan Pablo II a Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, quien llegó al Vaticano acompañado por los funcionarios del Comité Administrativo de Coordinación de la ONU. En el encuentro participaron también dirigentes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Una nueva situación

El Papa dejó muy claro el hecho de que la ONU y las instituciones internacionales tienen que afrontar una nueva realidad que presenta como desafío «la impresionante expansión del mercado mundial y el asombroso progreso en el campo de la tecnología, de las comunicaciones y en el intercambio de información». Es un «proceso dinámico que tiende a la abolición de las distancias que separan a los pueblos y los continentes».

Ahora bien, «las posibilidades para ejercer una influencia en este nuevo contexto no son las mismas para todas las naciones, sino que están más o menos ligadas a la capacidad económica y tecnológica de un país. La nueva situación es tal que, en algunos casos, decisiones con consecuencias mundiales son tomadas solamente por un pequeño y restringido grupo de naciones».

Por otra parte, constató el Papa, «la mayoría de las naciones del mundo están experimentando la debilitación del Estado en su capacidad para ponerse al servicio del bien común y promover la justicia social y la armonía». En definitiva, concluyó, «la globalización de la economía está llevando a la globalización de la sociedad y de la cultura».

Nuevas respuestas

Ante estos nuevos desafíos, Juan Pablo II constata también el nacimiento de nuevas respuestas. Por una parte, constató la importancia que han asumido las organizaciones no gubernamentales a nivel internacional. La gran novedad de estas instituciones, constató, en su capacidad para ir más allá de las particularidades nacionales y promover una «visión integral del desarrollo». En concreto, el Papa atribuyó «sus crecientes éxitos» al promover en los países industrializados la conciencia de su responsabilidad compartida en los problemas que tienen que afrontar los países en vías de desarrollo. Se trata de un fenómeno, explicó el Santo Padre, que se puede comprobar, por ejemplo, en la campaña para la condonación de la deuda externa de los países más pobres que han promovido muchas de estas instituciones. De este modo, añadió, han creado además un sentimiento mayor
de solidaridad internacional.

Globalizar la sociedad

Esta «nueva conciencia de la sociedad», consideró el Papa en segundo lugar, supone para el sistema de las Naciones Unidas una oportunidad única para contribuir con la globalización de la solidaridad, convirtiéndose en un punto de encuentro para los Estados y la sociedad civil y en punto de
convergencia de los varios intereses y necesidades --regionales y particulares-- del mundo en general».

La clave, por tanto, según el Papa, está en la cooperación entre las agencias internacionales y las organizaciones no gubernamentales. Esta cooperación ayudará a asegurar los intereses legítimos de los Estados y de los diferentes grupos, sin que se conviertan en reivindicaciones que atenten contra el bien común de otros pueblos, en especial los más desafortunados.

De este modo, «La actividad política y económica llevada con un espíritu de solidaridad internacional puede y debe conducir a una limitación voluntaria de las ventajas unilaterales de manera que los pueblos y los países puedan compartir los mismos beneficios».

El gran peligro

Ahora bien, Juan Pablo II confesó ante Kofi Annan y sus colaboradores una preocupación que le inquieta de manera particular en estos momentos. Las instituciones internacionales no está logrando estos objetivos, pues «veo que algunos grupos tratan de imponer a la comunidad internacional puntos de vista o estilos de vida apoyados por pequeños y específicos segmentos de la sociedad. Esto es quizá más obvio en algunos campos como el de la defensa de la vida y en la tutela de la familia. Los líderes de las naciones deben tener cuidado para no destruir lo que la comunidad internacional y la ley han desarrollado con trabajo para preservar la dignidad de la persona humana y la cohesión de la sociedad. Este es un patrimonio común que nadie tiene el derecho de disipar». - ZS00040705


Secretario de la Onu, Kofi Annan: «El Papa y Yo Estamos en El Mismo Negocio»

ROMA, 7 abril (ZENIT.org).- «El Papa y yo estamos en el mismo negocio», dijo sonriente Kofi Annan en la rueda de prensa que concedió ayer, un día después de su llegada a la capital italiana. El «negocio» es el de la paz, naturalmente, «aunque usemos instrumentos diversos», precisó el secretario general de Naciones Unidas.

Justamente para organizar con más eficacia los instrumentos al servicio de la paz, Annan ha llegado a Roma donde el miércoles pasado celebró encuentros políticos al más alto nivel y hoy fue recibido por Juan Pablo II. Ayer mantuvo una reunión con los directivos de 28 agencias de la ONU --es de ellas, PAM (Programa Alimentario Mundial), FAO (Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) e IFAD, tienen sede en Roma--.

El tema principal del encuentro en la sede del PAM fue la emergencia humanitaria en el Cuerno de Africa, causada por la sequía, la carestía y la guerra. «Hay 15 ó 16 millones de personas en riesgo de pasar hambre o perder la vida en esta región», afirmó Annan. Y repitió su llamamiento «a todos los gobiernos que tienen la posibilidad de hacerlo» para que intervengan "con urgencia y generosidad" a fin de evitar una catástrofe ampliamente anunciada.

En una rueda de prensa con los medios acreditados en Roma, el secretario general trató los temas de la pobreza, el hambre, la seguridad y la globalización y los derechos humanos. «Ningún estado puede salirse del camino de los derechos humanos que deben ser universales», dijo Kofi Annan. Le acompañaba la directora del PAM que viajará en misión especial al Cuerno de Africa. «Hay que moverse rápidamente, porque en el mundo hay suficiente comida, de manera que nadie muera de hambre».

Un «negocio» importante el que se trae entre las manos el secretario general de la ONU: garantizar la posibilidad de paz y el respeto de los derechos humanos en el mundo. Y Kofi Annan se ha declarado «satisfecho» de las respuestas positivas recibidas en Roma sobre estos temas. El Gobierno italiano ha mostrado "disponibilidad y determinación" tanto en su disponibilidad de dotar a Naciones Unidas de mayores poderes y recursos como en lo que se refiere a la petición de aumentar las ayudas al Cuerno de Africa y apoyar el relanzamiento del continente negro mediante la cancelación de la deuda externa a los países más pobres. - ZS00040706.

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