175 Expertos Predicen la Extinción de Todas las Especies del Planeta de Forma Global

Un informe de Naciones Unidas alerta de que los ecosistemas peligran por el abuso humano de sus recursos naturales

La Tierra se seca. Los abusos humanos de sus recursos naturales están dejando al «planeta azul» sin apenas respiro. Ésta es la conclusión que se desprende del estudio presentado ayer por Naciones Unidas titulado «Guía Mundial de los Recursos 2000-2001: Pueblos y ecosistemas, la deshilachada red de la vida». Unos datos pueden servir de ejemplo: en este siglo, se ha perdido más de la mitad de la superficie forestal de toda la Tierra, y se ha contabilizado un diez por ciento de especies vegetales en peligro de extinción. El informe se ha elaborado con vistas a mejorar el cuidado de los ecosistemas, tarea en la que, según la ONU, deben implicarse entidades estatales y la población en general.

Redacción - Madrid -  Es una predicción pesimista, pero que pretende ser una advertencia. Las conclusiones de este informe revelan que los ecosistemas del planeta Tierra están en plena decadencia, debido al aumento de la explotación de los recursos naturales por parte del hombre, y advierte que, de seguir por este camino, esta decadencia podría tener implicaciones devastadoras para el desarrollo humano y para el bienestar de toda nuestra especie.

«Hay muchos signos que certifican esta decadencia de los ecosistemas», señala el documento presentado ayer en Nueva York por Naciones Unidas. Algunos de esos signos fueron dados a conocer, a la espera de que en septiembre se haga público el texto íntegro del documento. Entre los datos, la desertización del planeta cobra especial protagonismo: en este último siglo, se han perdido la mitad de las zonas húmedas de la Tierra, se han reducido también al 50 por ciento los bosques -debido a la tala y a la reconversión de tierras agrícolas- y, por si fuera poco, el nueve por ciento de las especies de árboles se encuentran en peligro de extinción.

El texto no sólo se centra en las superficies forestales, sino que extiende su análisis a ecosistemas de costa, de prados, de agua dulce y agrícolas. Para el estudio de la «salud» de estos ecosistemas, se han tenido en cuenta su capacidad de producción de recursos que el hombre aprovecha. En este sentido, se incluye la producción de alimento, la provisión de agua, el nivel de dióxido de carbono, el mantenimiento de la biodiversidad y las posibilidades de ocio que cada ecosistema «ofrece» a la especie humana.

Los datos de la alarma

Aunque el informe resalta especialmente el efecto de la reducción de la superficie forestal -la tala de árboles tropicales podría exceder, anualmente, un total de 130.000 kilómetros cuadrados-, también hace hincapié en otros datos. Por ejemplo, señala que la flota pesquera mundial sobrepasa el 40 por ciento de la capacidad de los recursos del océano, y explica que la sobreexplotación del 70 por ciento de los grandes caladeros mundiales ha llevado a éstos a su «límite biológico».

Además, la degradación del suelo afecta a las dos terceras partes de las tierras dedicadas a la agricultura en todo el planeta, debido en parte al gran aumento de la población: en los últimos 20 años, el número de habitantes del llamado «planeta azul» se ha incrementado en más de un 30 por ciento.

El informe señala que el 30 por ciento de las especies marinas de agua dulce han desaparecido o están amenazadas, mientras que el 60 por ciento de los ríos más grandes de la Tierra han sufrido alteraciones debido a las construcciones de presas o canales.

Ante estos datos, las autoridades de Naciones Unidas señalaron que «evitar el declive y la decadencia de los ecosistemas puede ser el reto más importante al que se haya enfrentado la Humanidad en toda su historia», y han aprovechado para hacer un llamamiento a todos los gobiernos a fin de que aumenten sus esfuerzos en pro de una «renovación ecológica».

Un cambio de prioridades

En este sentido, Malloch Brown, director del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), aseguró que «durante largo tiempo, las naciones, tanto las ricas como las pobres, sólo han prestado interés a los ecosistemas por lo que podían arrancar de ellos, concediendo poca importancia al impacto de nuestras acciones». En idénticos términos se expresó el director ejecutivo del PNUD, Klaus Tûpfer, quien manifestó que «nuestro conocimiento de los ecosistemas ha aumentado considerablemente, pero no nos ha servido de nada a la hora de preservarlos». Tûpfer señaló que hay «dos opciones: seguir alterando ciegamente los ecosistemas de la Tierra, o utilizar sus recursos de modo responsable».

Poco después de hacerse públicos los contenidos del documento de Naciones Unidas, James Wolfenshon, presidente del Banco Mundial, afirmó que «los gobiernos y la iniciativa privada deben repensar las ideas básicas acerca de cómo medimos el crecimiento económico», y añadió que «los pobres, que dependen a menudo directamente de los ecosistemas, son los que más sufren cuando estos son degradados».

El informe de la ONU -que ha sido elaborado por 175 expertos- precisa que las actuaciones a realizar a partir de ahora deberán medirse en tres escalas: global, regional y finalmente local. Ahora, las autoridades de Naciones Unidas esperan que estos datos sean el revulsivo necesario para la «Valoración de los Ecosistemas del Milenio», un plan puesto en marcha por gobiernos, agencias de la ONU y organizaciones científicas para permitir la evaluación de los ecosistemas.

25 áreas del planeta que salvar

Al ritmo que se destruyen los espacios naturales, resulta imposible evitar la extinción de todas las especies del planeta de forma global. La situación ha llegado a tal punto que, como un edificio en llamas, no queda más remedio que conformarse con salvar lo esencial, antes de que todo sea consumido por el fuego. Así lo han defendido investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y de la organización Conservation International de Washington (EE UU), que en un reciente informe publicado en la revista científica «Nature» aseguran que la extensión de zonas a salvar es superior a la cantidad de recursos disponibles para ello.

Ante esta situación, parece que la alternativa sería concentrar los esfuerzos en salvar de la «quema» 25 zonas concretas de la Tierra, los denominados «puntos calientes» («hotspots» en inglés). Estas áreas en peligro cuentan con la singularidad de cobijar el 44 por ciento de las plantas y el 34 por ciento de los mamíferos, aves, reptiles y anfibios de todo el mundo, en una superficie total equivalente tan sólo al 1'4 por ciento de las tierras emergidas del planeta. Para ser considerados «puntos calientes» de la diversidad biológica, cada espacio natural debe contar por lo menos con 1.500 de las 300.000 plantas endémicas de la Tierra y al mismo tiempo, haber perdido ya un 70 por ciento de su vegetación original.

Todas las áreas identificadas en el estudio cumplen estos requisitos, entre ellas, la Cuenca Mediterránea, donde está incluido parte de nuestro país.

Sin embargo, algunas zonas son mucho más ricas que el resto. Cinco de estos enclaves los Andes tropicales, las islas de Sundaland (Malasia, Borneo, Java y Sumatra), Madagascar, la Selva atlántica brasileña y el Caribe, concentran el 20 y el 16 por ciento, respectivamente, de todas las plantas y vertebrados del planeta, así como el 54 por ciento de las especies endémicas existentes en el conjunto de los 25 «puntos calientes». En este sentido, si se contempla el número de especies junto al nivel de degradación, las zonas que necesitan de protección de forma más urgentes son Madagascar, Filipinas y Sundaland.

Ventajas de conservación

La «rentabilidad» de proteger estos enclaves parece evidente, pues supone conservar el mayor porcentaje de diversidad biológica, trabajando sobre la menor proporción de terreno. Los investigadores han calculado que se necesitarían 500 millones de dólares anuales (84.000 millones de pesetas) para asegurar la preservación de estos espacios. Además de su extraordinaria riqueza, estas áreas se caracterizan por padecer un acusado deterioro, lo que convierte en aún más prioritaria la necesidad de intervenir en ellas.

Fuente: La Razón - http://www.larazon.es, Miércoles, 19 de abril de 2000

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