El Caballo de Troya Dentro de la Iglesia
Un
extraordinario sermón de Enoch de Oliveira, ex-vice Presidente de la
Conferencia General. Este hombre de Dios trajo un mensaje de gran importancia a
esta denominación. Este es un mensaje que usted necesita leer. -- Erwin
Eulner,
traductor En uno de
sus famosos poemas épicos, Homero describe los astutos medios que los Griegos
emplearon para conquistar la ciudad de Troya durante las guerras troyanas. Para
posibilitar que los Griegos entrasen secretamente en la legendaria ciudad, el
maestro carpintero, Epis, construyó un enorme caballo de madera. De acuerdo con
Homero, 100.000 soldados sitiaron Troya. El sitio de diez años terminó cuando
los Griegos ocultaron algunos soldados en el caballo y entonces lo dejaron cerca
de aquellos que pretendían vencer. A pesar
de las advertencias de Laocoonte, Sinón persuadió a los Troyanos para que
moviesen el caballo y lo llevasen dentro de las murallas de la ciudad. En la
noche, el ejército Griego volvió y los soldados que se habían ocultado dentro
del caballo, le abrieron las puertas de la ciudad a sus compañeros. De esta
manera, Troya fue invadida y destruida. Aun
cuando la guerra entre los Griegos y la ciudad de Troya generalmente es
considerada un hecho histórico, el episodio relacionado con el caballo de Troya
ha sido considerado un cuento mitológico. Sin embargo, de este cuento épico
podemos extraer algunas ilustraciones que se pueden aplicar a la situación en
la cual se encuentra actualmente nuestra iglesia. Por
muchos años, la Iglesia Adventista del Séptimo Día consiguió resistir
valiente y tenazmente los peligrosos asaltos del enemigo. Las murallas de la
“ciudad santa” permanecieron inexpugnables. Pero, en su determinación de
conquistar y destruir a la iglesia de Dios, el príncipe de este mundo ha
emprendido el uso de armas secretas más astutas y mortales. "No
hay nada que el gran seductor tema tanto”, escribió Ellen White, “como el
que nos demos cuenta de sus artimañas”. (CS:570). Después
de muchos atentados para tratar de conquistar la “ciudad de Dios” aplicando
las mismas estrategias fraudulentas empleadas por los Griegos, el gran
adversario se ha dispuesto a obtener sus fines introduciendo subrepticiamente el
caballo de Troya del liberalismo dentro de las murallas de Sión. Ahora que
los liberales se han vuelto operativos dentro de nuestra iglesia, percibimos cuán
vulnerables podemos ser a los asaltos de Satanás. Como iglesia nos hemos
inclinado a creer que nuestro mayor peligro de ser derrotados por los poderes
del mal, vendría desde afuera. Aun cuando podamos percibirlo claramente, desde
las murallas de Sión, lo que Satanás está haciendo para conquistar y destruir
la iglesia, parece ser que no estamos preparados para hacer algo, a no ser
permanecer firmes contra las maldades que se están desarrollando insidiosamente
en nuestro medio. Ellen White no alerta: “Tenemos mucho más que temer de
enemigos internos que de externos”. EUD:160. LOS LIBERALES NO SON PERSONAS MALAS.- Aquellos
que están promoviendo el liberalismo dentro de nuestras filas, no son personas
“malas”. Ellos son creyentes comprometidos. Muchos de ellos exhiben la
belleza de las virtudes cristianas en sus vidas. Muchos de ellos aman la iglesia.
A ellos les gustaría compartir la fe y las certezas de nuestros antepasados;
pero, en la honestidad de sus corazones, ellos no la poseen. Ellos son incapaces
de ver la singularidad de nuestro mensaje, la distintividad de nuestra identidad,
la dimensión escatológica de nuestra fe, o la urgencia de nuestro mensaje.
Representando un amplio espectro del pensamiento religioso, ellos tratan de
reinterpretar el pensamiento teológico tradicional de los Adventistas del Séptimo
Día, desvistiendo algunas de nuestras antiguas doctrinas, en lo que a ellos les
parecen ser nuevas y atractivas vestiduras semánticas. ¿Por qué
defienden estas personas puntos de vista liberales entre nosotros? ¿Por qué
están jugando ellos un papel tan entusiasta de apóstoles que promueven cambios
en nuestro sistema teológico? Primero,
me parece, ellos están impacientes para poder eliminar el título (cartel) de
“secta” que tan a menudo ha sido usado para caracterizar a los Adventistas
del Séptimo Día. Ellos desean ver que nuestro movimiento religioso pueda venir
a hacer parte de lo que ellos consideran un cristianismo fundamental. En su
esfuerzo por querer alcanzar una “respetabilidad” religiosa, ellos sugieren
la reinterpretación de algunos puntos de vista históricos de nuestra teología,
los cuales ellos creen que son bíblicamente insostenibles. Aun
cuando aceptan algunos aspectos de nuestra distintividad, tales como el Sábado
y nuestros principios de salud, ellos creen que ha llegado el tiempo de efectuar
una revisión de nuestro sistema teológico. Para fomentar dicha revisión,
algunos se sienten incómodos con el concepto “remanente” tal como éste era
entendido por los fundadores de nuestro mensaje. Ellos creen que todas las
“mentalidades sectarias” debieran ser rechazadas como siendo presuntuosas y
arrogantes. Otros
liberales, en su deseo de hacer con que nuestra teología sea más
“relevante” cuestionan la integridad de la doctrina del santuario y unen sus
voces con nuestros oponentes en esta materia. Ellos explican el ministerio de
dos faces de Cristo en el santuario celestial, como siendo un mecanismo salvífico
llevado a cabo en faces, creado por Edson, Crosier y otros para sacar a nuestros
pioneros del fracaso millerita. Existen
aquellos que están preocupados para lo que ellos creen ser un excesivo tomar
emprestado, por parte de Ellen White, de materiales de una gran variedad de
fuentes. Guiados erróneamente por ideas distorsionadas en relación a cómo
funciona la inspiración, ellos quieren desafiar la validez de sus reclamaciones,
rechazando su autoridad profética. Algunos
liberales definen nuestra escatología como un doble producto entre la cultura
norteamericana del siglo XIX, y como tal, tendría que ser substancialmente
reformulada. Ellos insisten que, después de 145 años de proclamación,
nosotros no podemos más preservar la ferviente expectativa que llenaba la
iglesia en sus primeros años de existencia. Los científicos
liberales en la iglesia insisten que la doctrina de la creación debiera ser
reevaluada en el contexto de la información científica actual y a las hipótesis
actuales. De
acuerdo con la edición del 5 de Febrero de 1990 de la revista “Christianity
Today” (Cristiandad Hoy), la obsesión de cambio en las filas de los
Adventistas del Séptimo Día tiene sus inicios en las décadas de 1950 y 1960,
cuando nuestros estudiantes, en un número mucho mayor que antes de esa fecha,
comenzaron a asistir a seminarios no Adventistas y universidades no Adventistas,
en búsqueda de grados académicos superiores. Algunos de estos estudiantes, a
despecho de las circunstancias desfavorables, fueron capaces de preservar su
experiencia religiosa y salieron fortalecidos en sus convicciones. Otros,
influenciados por el criticismo bíblico moderno y por la teología liberal,
adecuaron sus creencias. ¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ SIENDO GANADO CON ESTOS
INTENTOS DE CAMBIO? ¿Qué
estamos ganando con los intentos liberales de hacer que nuestro mensaje sea más
“agradable” al mundo? Cuando tantas semillas de dudas, incertidumbre y
disensión han sido sembradas, ¿qué más podemos esperar? El liberalismo está
cosechando lo que sembró. Sembró incredulidad y está cosechando apostasía. En los
comienzos de 1980, un número sin precedentes de ministros y laicos abandonaron
la iglesia en Australia y Nueva Zelandia. Durante la década del 70, nuestra
iglesia en esos dos países perdió un creyente de cada tres creyentes que
entraban. En 1981, después de un atentado especialmente notable de efectuar un
cambio liberal, el porcentaje de pérdida subió a 46%. Llegó hasta 63% , una pérdida
de un miembro por cada dos creyentes (Vea Australasian Record, 28 de Octubre de
1989). No
podemos permanecer indiferentes ante tamañas pérdidas. No debemos minimizar
las trágicas consecuencias de nuestras confrontaciones internas, causadas por
la nuevas teologías. Las víctimas son miles de almas perplejas quienes,
espiritualmente confusas, se están separando de nosotros, lanzando lejos su
confianza en la validez de nuestro mensaje. Han perdido los hitos de nuestra fe
y no tienen más un claro entendimiento en lo que nosotros creemos. El
siguiente cuadro de la División Norteamericana refleja las consecuencias de
continuar tratando de cambiar nuestras creencias tanto en los Estados Unidos
como en Canadá: Tasas
de Crecimiento Anual 1931-1940
4.4% 1941-1950
3.1% 1951-1960
2.9% 1961-1970
2.8% 1971-1980
3.2% 1981-1988
2.3% ¿Cuál es el mensaje que nos traen estos números? Oscar Wilde, un famoso dramaturgo del siglo pasado, con inigualable ironía afirmó que “existen tres clases de mentira en el mundo: mentiras comunes, mentiras pequeñas, y estadísticas”. Así Wilde delineó el hecho de que las estadísticas pueden engañar y que pueden llevarnos a falsas conclusiones. Pero aun cuando las estadísticas puedan ser susceptibles de interpretaciones incorrectas, no debemos minimizar su importancia en un análisis de la crisis que estamos enfrentando. Ellas nos pueden ayudar a entender la gravedad de nuestros problemas. Es verdad
que podemos ser engañados por los números y que podemos concluir que, a pesar
de lo que parece ser aparente, la División Norteamericana aun continúa
creciendo. Pero ella no está creciendo. De acuerdo con fuentes confiables, un
30-35% de nuestros creyentes no van más a la iglesia. Con esta disminución en
los cultos ha venido una disminución en las ofrendas. Se han tenido que
efectuar agudos cortes en los recursos de la iglesia. Las matrículas en
nuestros colegios están disminuyendo. Algunas instituciones han sido cerradas.
Estamos en el proceso de disminución (corte) de operaciones de nuestras
iglesias y estamos reduciendo nuestras fuerzas de trabajo. El mercado para
nuestros libros se está encogiendo. Los diarios denominacionales se han
fusionado y sin embargo sus tirajes han disminuido. Hemos llegado a un tiempo de
restricciones financieras, con muchas de nuestras asociaciones reduciendo sus
fuerzas ministeriales. Estas son las consecuencias inevitables de lo que ha
sucedido en las áreas teológicas. Después
que tantas semillas de incredulidad y de incertidumbre han sido sembradas dentro
de la iglesia por aquellos que están obsesionados por el deseo de reinterpretar
nuestra teología, después de tantos años de contiendas teológicas, ¿qué más
podemos esperar? Estamos testimoniando la inevitable cosecha del liberalismo.
Cuando se siembra la incredulidad, la cosecha tiene que ser la apostasía. Después
de su insidiosa penetración dentro de las murallas de la ciudad de Dios, el
liberalismo en sus diversas formas y aspectos, ha tenido éxito al abrir las
puertas de la iglesia a la invasión a otros males tales como el pluralismo,
secularismo, humanismo, materialismo, futurismo y preterismo. PLURALISMO.- Para
difundir la polarización que estamos enfrentando, algunos quieren que los
eruditos oficialmente adopten el pluralismo teológico, acepten la coexistencia
pacífica de puntos de vista conflictivos y hasta opuestos entre nosotros. "En
las creencias fundamentales, unidad en las cosas no esenciales y libertad en
todas las cosas, amor” es el dicho popular que inspira a los eruditos
pluralistas en sus apelos por flexibilidad y apertura. ¿Pero quién es el que
va a determinar qué es lo esencial y qué es lo negociable? ¿Los individuos,
los ministros independientes, las sociedades teológicas, el consejo anual, o la
iglesia como un todo bajo la guía del Espíritu Santo? ¿Seríamos nosotros
capaces de retener nuestro propio entendimiento como el último movimiento profético
de Dios, si tuviésemos que fragmentar nuestras creencias por medio de la
inclusión de pensamientos de escuelas divergentes? Necesitamos
una unidad teológica en nuestros sermones y en nuestras publicaciones, pero
sobre todo, necesitamos unidad en los departamentos teológicos de nuestros
colegios y universidades. Yo creo que ninguna escuela de teología, bajo
influencias pluralísticas, zarandeada por confrontaciones de ideas, está en
condiciones de producir predicadores con fuertes convicciones. Sin predicadores
que posean esta certeza, no hay poder en sus predicaciones. La
exitosa diseminación del evangelio en el mundo Mediterráneo en los días de
los apóstoles, amenazó la unidad cristiana. Personas con amplias divergencias
de fondo fueron bautizadas, introduciendo dentro de la iglesia algunos de los
conceptos religiosos populares de la época. Así, existía un peligro real de
que las enseñanzas de la iglesia fuesen afectadas por el sincretismo. Alertado
en relación a este peligro, Pablo exhortó a los Efesios para que mantengan la
unidad (ver Efe. 4:4-6). Dirigiéndose
a las “iglesias de la Galacia”, el apóstol expresó su pesar por la manera
en que los Gálatas, bajo influencias pluralísticas, cambiaron su manera de
pensar y se apartaron de la gracia de Cristo hacia un evangelio “diferente”
(Gal. 1:6). ¿Estaba Pablo siendo estrecho de mente en su apelo por unidad?
Después de todo, aquellos judíos cristianos ciertamente predicaban la salvación
a través de Cristo. Ellos nunca negaron, tanto cuanto nosotros sabemos, que era
necesario creer en Jesús como siendo el Mesías y el Salvador. ¿Por qué
entonces Pablo fue tan vehemente en su proposición hacia estos predicadores judíos
cristianos? Porque los judaizantes insidiosamente distorsionaron el evangelio de
Cristo, lanzando a los creyentes a un estado de confusión mental y espiritual.
Con el riesgo real de ser tachado de intransigente, Pablo exhortó a los Gálatas
para que no le diesen atención a esos mensajeros que, exigiendo una autoridad
eclesiástica, estaban destruyendo la paz y la unidad que había existido entre
los santos. APRENDAMOS DE LA EXPERIENCIA METODISTA.- El
Metodismo en nuestros días es conocido por su amplio abanico de creencias. Su
clero tiene libertad para acceder a diferentes escuelas de interpretación bíblica.
Intentos para definir las doctrinas básicas metodistas han enfrentado mucha
oposición, y la teología metodista se ha visto sorprendentemente divorciada de
su propia tradición. A las personas que quieren ser aceptadas como miembros de
iglesia, no se les exige aceptar ningún credo específico. Ante la pregunta, ¿En
qué creen los Metodistas? Los ministros y los laicos responden diciendo que
creen en Jesús. Hoy en día
la Iglesia Metodista está en una franca decadencia numérica. “En el periodo
entre 1965-1975, la Iglesia Metodista Unida perdió más de un millón de
miembros”, dice C. Peter Wagner, en “Llevando Su Iglesia A Crecer”, página
32. ¿Y quién es responsable por esta aguda deserción? La culpa del éxodo que
están enfrentando los Metodistas no está en alguna fuerza exterior. El
verdadero culpable está dentro de su iglesia. Si la Iglesia Metodista estuviese
siendo atacada por enemigos externos, si estuviese sufriendo alguna persecución
como resultado de sus desafíos para evangelizar el mundo, eso sería una
esperanza. Pero el mundo no persigue una iglesia que parece existir para no
hacer nada. La Iglesia Metodista está declinando como resultado de su falla en
preservar su propia herencia religiosa. ¿Podemos aprender algunas lecciones
provechosas de su confusa experiencia? PRETERISMO, CRITICISMO HISTORICO, Y FUTURISMO.- Un
segmento de la comunidad de los eruditos Adventistas del Séptimo Día no
aceptan más los principios de interpretación profética, los cuales hicieron
de nuestra iglesia lo que somos. En los
libros de Daniel y Apocalipsis, nuestros pioneros encontraron nuestro tiempo y
nuestra misión. Aplicando el método histórico de interpretación profética,
el cual ha sido usado por la mayor parte de los cristianos a través de los
siglos, y que tuvo la consecuente aprobación de Ellen White, nuestros
antepasados estuvieron calificados para descubrir la historia del largo
conflicto entre Cristo y Satanás. Ellos fueron capaces de mirarse a sí mismos
como haciendo parte integral del programa cósmico. Hoy día,
sin embargo, sentimos un gradual rechazo del método histórico y una creciente
aceptación de las escuelas de interpretación profética de la Contra-Reforma.
Además, el criticismo histórico no permite predicciones verdaderas de largo
alcance. Como consecuencia, en algunos lugares nuestro mensaje ha sido cambiado
y ha perdido su distintividad y su poder. Moviendo
el cumplimiento de las profecías de largo alcance hacia el final de la era (visión
futurista), relegando su importancia para el pasado distante (visión preterista),
o negando la profecía verdadera de largo alcance (la visión histórica crítica),
hace con que las profecías de Daniel y Apocalipsis sean irrelevantes y
transforman el movimiento Adventista en apenas otra denominación sin poder y
sin un mensaje profético especial. SECULARISMO.- Otro
intruso que se está expandiendo su presencia su presencia dentro de las
murallas de la ciudad de Dios es la tendencia conocida como "secularismo",
definida a menudo como la organización de la vida como si Dios no existiese. Su
creciente influencia está produciendo un declinio en la asistencia, ha reducido
el compromiso con los ideales cristianos, y una creciente tendencia a mirar la
iglesia – cualquier iglesia – como siendo obsoleta e irrelevante. El
crecimiento profesional y el prestigio, los negocios y las ganancias, el status
económico, y los logros académicos son sobrestimados mientras que las virtudes
cristianas son negligenciadas o relegadas a un segundo lugar. De
acuerdo con Norman Blaike, los cristianos Norteamericanos de hoy en día, pueden
ser divididos en dos grupos, los “supernaturalistas” y los “secularistas".
Los "supernaturalistas", dice Blaike, generalmente son teológicamente
de la derecha, mientras que los "secularistas" son de la izquierda.
Los "supernaturalistas", dice él, aprecian las virtudes cristianas
tales como la devoción, la piedad, y los compromisos de la iglesia, mientras
que los "secularistas" admiran la tolerancia, el éxito, eficiencia, y
logros académicos (ver N. W. H. Blaike, "Altruismo en las Profesiones de
Fe: El Caso del Clero", Diario de Sociología de Australia y Nueva Zelandia,
Número 10 [1974], página 87). El
proceso de secularización está afectando no solamente a los creyentes sino que
también a las instituciones. De acuerdo a George Marsden, historiador de la
Universidad de Duke, el carácter religioso de muchas instituciones cristianas
religiosas ha sido eclipsado sin que “nadie lo note ni que nadie parezca
enterarse". (ver Time, 22 de Mayo de 1989). En las últimas
dos décadas, hemos visto afectadas las instituciones Adventistas del Séptimo Día
por cambios substanciales, siendo que no todos ellos han sido positivos.
Furtivamente, el secularismo ha efectuado sus incursiones, las cuales tratan de
eclipsar el carácter religioso de estas instituciones. Los servicios religiosos
aún se mantienen en sus capillas, pero son más una forma que una fuerza
espiritual. El
liberalismo teológico ha hecho una inmensa contribución a este insidioso
secularismo de creyentes e instituciones, a través de su rechazo a una iglesia
autoritaria, una Biblia autoritaria, y un cuerpo autoritario de verdades. Es más
que la voluntad de acomodar la religión al espíritu de los tiempos. OTROS MALES.- Otros
males, tales como excesiva libertad académica, el abordaje histórico de las
Escrituras, y la evolución teística (con su cronología tremendamente larga)
están haciendo sus contribuciones para socavar la confianza en las creencias básicas
y llevando a las congregaciones al desastre espiritual. Es
imposible prevenir la enseñanza de aberrantes puntos de vista dentro de la
iglesia. Cuando es aceptado el concepto de libertad académica sin una clara
confesión de las responsabilidades. Los defensores de la libertad académica en
nuestro medio, dicen que nosotros no somos una denominación de creencias, de
tal manera que cada creyente debiera ser libre de poder escoger diferentes
puntos de vista teológicos. Pero nosotros entendemos que si un individuo va a
ser un Adventista del Séptimo Día, él o ella debiera aceptar integralmente
nuestras creencias fundamentales. Caso contrario, él o ella no puede ser un
Adventista del Séptimo Día. Yo aun me
acuerdo de la gran oposición manifestada por algunos eruditos adventistas,
cuando la metodología crítica histórica fue condenada oficialmente por la
Conferencia General, en la base de que este método, por definición, excluye
nuestra creencia en la transcendencia de las Escrituras. Yo creo,
sin embargo, que la iglesia tiene el derecho incuestionable de decidir cuál será
el método deberá ser usado por nuestros eruditos y predicadores. Esta es
nuestra única salvaguardia para proteger nuestra
herencia religiosa, la cual aprueba el principio de la Reforma de que la Biblia
es la infalible Palabra de Dios y su propio intérprete. La
evolución teística (o creacionismo progresivo) es un concepto aceptado por un
creciente número de científicos en nuestras filas. Esto envuelve la
subordinación y acomodación de las Escrituras al punto de vista darwiniano de
una evolución gradual. Aquellos que apoyan
esta escuela de pensamiento no consideran que las partes claves de la
Biblia como siendo fuentes confiables de información histórica. Al tomar esta
posición, ellos colocan las hipótesis científicas sobre las Escrituras,
haciendo de la ciencia un juez de la Palabra de Dios. LA QUINTA COLUMNA.- La guerra
civil española (1936-1939), dejó un millón de muertos. Cuando el conflicto
parecía estar alcanzo su clímax, el General Emilio Mola llevó cuatro columnas
hacia la capital del país. Pero, fuera de estas cuatro columnas, él tenía una
quinta columna, una que entró en Madrid por detrás de sus defensas, para
liberar a la ciudad cuando llegase el momento oportuno. Entre las
lecciones que la historia nos enseña, encontramos las caídas de imperios e
instituciones, las cuales sucumbieron a fuerzas externas. El historiador Gibbon
(1737-1796), describe la caída de Roma como debiéndose a fuerzas internas , no
externas. Él menciona al poeta italiano del siglo XIV, Petrarca, el cual
describió la caída de Roma como sigue: "¡Contemplen los restos de Roma,
la sombra de su antigua grandeza! Ni el tiempo ni los bárbaros tienen la gloria
de haber producido tamaña destrucción: fue llevada a cabo por sus propios
ciudadanos, los más ilustres de sus hijos". Muchas
civilizaciones han sido derrotadas por un sabotaje interno de quintacolumnistas.
La historia nos alerta de lo que puede suceder en la iglesia. La oposición
externa no es nuestro peor enemigo. En cambio, las insidiosas influencias
deterioradoras introducidas por Satanás, nuestro gran adversario, efectúan el
mayor daño. ¿Cuál
ha sido la mayor derrota sufrida por la iglesia cristiana? ¿Cuál es la pérdida
de vidas como resultado de la violencia, martirio y tortura? No. La mayor
derrota de la iglesia sucedió cuando ella aceptó el favor del Imperio Romano y
perdió su pureza y su fervor. Cuando la iglesia abandonó las catacumbas, se
acostumbró al esplendor del mundo. Los quintacolumnistas de Satanás – su
caballo de Troya – debilitaron la iglesia internamente, pavimentando el camino
para la dilución de la fe y el establecimiento del pseudo cristianismo. CONCLUSIÓN.- El cuadro
que yo he presentado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, puede ser
considerado inhóspito y oscuro. Pero, en mis comentarios finales, quisiera
presentar una visión más brillante. A despecho de los problemas que
enfrentamos hoy en día, tenemos muchas razones para creer en el triunfo de
nuestro mensaje, siempre que nos mantengamos fieles a la Biblia. Va a surgir un
reavivamiento, y nuestros ojos verán poderosos milagros de evangelismo. Nuestro
mensaje y movimiento merece ser caracterizado por un espíritu triunfante. Ellos
no están basados en “fábulas artificiosas” sino sobre el inamovible
fundamento de la “segura palabra de la profecía”. "Puede
parecer que la iglesia está por caer, pero no caerá. Ella permanece en pie,
mientras los pecadores que hay en Sión son tamizados, mientras la paja es
separada del trigo precioso. Es una
prueba terrible, y sin embargo tiene que ocurrir". (2 MS:436). La convicción de que Dios guía este movimiento, nos permite declarar, sin una sombra de duda, que el fuego en los altares Adventistas del Séptimo Día nunca se extinguirá. La determinación de ganar el mundo para Cristo nos motivará en nuestros programas evangelísticos unidos. El mundo será iluminado con la gloria de nuestra proclamación de la fe Adventista. -- Autor: Pr. Enoch de Oliveira, Ex-Vice-Presidente de la Conferencia General (Brasileño) Fonte: El Advento, Casilla 14513, Santiago 21, Chile. |
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