El Caballo de Troya Dentro de la Iglesia

Un extraordinario sermón de Enoch de Oliveira, ex-vice Presidente de la Conferencia General. Este hombre de Dios trajo un mensaje de gran importancia a esta denominación. Este es un mensaje que usted necesita leer. -- Erwin Eulner, traductor

En uno de sus famosos poemas épicos, Homero describe los astutos medios que los Griegos emplearon para conquistar la ciudad de Troya durante las guerras troyanas.

Para posibilitar que los Griegos entrasen secretamente en la legendaria ciudad, el maestro carpintero, Epis, construyó un enorme caballo de madera. De acuerdo con Homero, 100.000 soldados sitiaron Troya. El sitio de diez años terminó cuando los Griegos ocultaron algunos soldados en el caballo y entonces lo dejaron cerca de aquellos que pretendían vencer.

A pesar de las advertencias de Laocoonte, Sinón persuadió a los Troyanos para que moviesen el caballo y lo llevasen dentro de las murallas de la ciudad. En la noche, el ejército Griego volvió y los soldados que se habían ocultado dentro del caballo, le abrieron las puertas de la ciudad a sus compañeros. De esta manera, Troya fue invadida y destruida.

Aun cuando la guerra entre los Griegos y la ciudad de Troya generalmente es considerada un hecho histórico, el episodio relacionado con el caballo de Troya ha sido considerado un cuento mitológico. Sin embargo, de este cuento épico podemos extraer algunas ilustraciones que se pueden aplicar a la situación en la cual se encuentra actualmente nuestra iglesia.

Por muchos años, la Iglesia Adventista del Séptimo Día consiguió resistir valiente y tenazmente los peligrosos asaltos del enemigo. Las murallas de la “ciudad santa” permanecieron inexpugnables. Pero, en su determinación de conquistar y destruir a la iglesia de Dios, el príncipe de este mundo ha emprendido el uso de armas secretas más astutas y mortales.

"No hay nada que el gran seductor tema tanto”, escribió Ellen White, “como el que nos demos cuenta de sus artimañas”. (CS:570).

Después de muchos atentados para tratar de conquistar la “ciudad de Dios” aplicando las mismas estrategias fraudulentas empleadas por los Griegos, el gran adversario se ha dispuesto a obtener sus fines introduciendo subrepticiamente el caballo de Troya del liberalismo dentro de las murallas de Sión.

Ahora que los liberales se han vuelto operativos dentro de nuestra iglesia, percibimos cuán vulnerables podemos ser a los asaltos de Satanás. Como iglesia nos hemos inclinado a creer que nuestro mayor peligro de ser derrotados por los poderes del mal, vendría desde afuera. Aun cuando podamos percibirlo claramente, desde las murallas de Sión, lo que Satanás está haciendo para conquistar y destruir la iglesia, parece ser que no estamos preparados para hacer algo, a no ser permanecer firmes contra las maldades que se están desarrollando insidiosamente en nuestro medio. Ellen White no alerta: “Tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de externos”. EUD:160.

LOS LIBERALES NO SON PERSONAS MALAS.-

Aquellos que están promoviendo el liberalismo dentro de nuestras filas, no son personas “malas”. Ellos son creyentes comprometidos. Muchos de ellos exhiben la belleza de las virtudes cristianas en sus vidas. Muchos de ellos aman la iglesia. A ellos les gustaría compartir la fe y las certezas de nuestros antepasados; pero, en la honestidad de sus corazones, ellos no la poseen. Ellos son incapaces de ver la singularidad de nuestro mensaje, la distintividad de nuestra identidad, la dimensión escatológica de nuestra fe, o la urgencia de nuestro mensaje. Representando un amplio espectro del pensamiento religioso, ellos tratan de reinterpretar el pensamiento teológico tradicional de los Adventistas del Séptimo Día, desvistiendo algunas de nuestras antiguas doctrinas, en lo que a ellos les parecen ser nuevas y atractivas vestiduras semánticas.

¿Por qué defienden estas personas puntos de vista liberales entre nosotros? ¿Por qué están jugando ellos un papel tan entusiasta de apóstoles que promueven cambios en nuestro sistema teológico?

Primero, me parece, ellos están impacientes para poder eliminar el título (cartel) de “secta” que tan a menudo ha sido usado para caracterizar a los Adventistas del Séptimo Día. Ellos desean ver que nuestro movimiento religioso pueda venir a hacer parte de lo que ellos consideran un cristianismo fundamental. En su esfuerzo por querer alcanzar una “respetabilidad” religiosa, ellos sugieren la reinterpretación de algunos puntos de vista históricos de nuestra teología, los cuales ellos creen que son bíblicamente insostenibles.

Aun cuando aceptan algunos aspectos de nuestra distintividad, tales como el Sábado y nuestros principios de salud, ellos creen que ha llegado el tiempo de efectuar una revisión de nuestro sistema teológico. Para fomentar dicha revisión, algunos se sienten incómodos con el concepto “remanente” tal como éste era entendido por los fundadores de nuestro mensaje. Ellos creen que todas las “mentalidades sectarias” debieran ser rechazadas como siendo presuntuosas y arrogantes.

Otros liberales, en su deseo de hacer con que nuestra teología sea más “relevante” cuestionan la integridad de la doctrina del santuario y unen sus voces con nuestros oponentes en esta materia. Ellos explican el ministerio de dos faces de Cristo en el santuario celestial, como siendo un mecanismo salvífico llevado a cabo en faces, creado por Edson, Crosier y otros para sacar a nuestros pioneros del fracaso millerita.

Existen aquellos que están preocupados para lo que ellos creen ser un excesivo tomar emprestado, por parte de Ellen White, de materiales de una gran variedad de fuentes. Guiados erróneamente por ideas distorsionadas en relación a cómo funciona la inspiración, ellos quieren desafiar la validez de sus reclamaciones, rechazando su autoridad profética.

Algunos liberales definen nuestra escatología como un doble producto entre la cultura norteamericana del siglo XIX, y como tal, tendría que ser substancialmente reformulada. Ellos insisten que, después de 145 años de proclamación, nosotros no podemos más preservar la ferviente expectativa que llenaba la iglesia en sus primeros años de existencia.

Los científicos liberales en la iglesia insisten que la doctrina de la creación debiera ser reevaluada en el contexto de la información científica actual y a las hipótesis actuales.

De acuerdo con la edición del 5 de Febrero de 1990 de la revista “Christianity Today” (Cristiandad Hoy), la obsesión de cambio en las filas de los Adventistas del Séptimo Día tiene sus inicios en las décadas de 1950 y 1960, cuando nuestros estudiantes, en un número mucho mayor que antes de esa fecha, comenzaron a asistir a seminarios no Adventistas y universidades no Adventistas, en búsqueda de grados académicos superiores. Algunos de estos estudiantes, a despecho de las circunstancias desfavorables, fueron capaces de preservar su experiencia religiosa y salieron fortalecidos en sus convicciones. Otros, influenciados por el criticismo bíblico moderno y por la teología liberal, adecuaron sus creencias.

¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ SIENDO GANADO CON ESTOS INTENTOS DE CAMBIO?

¿Qué estamos ganando con los intentos liberales de hacer que nuestro mensaje sea más “agradable” al mundo? Cuando tantas semillas de dudas, incertidumbre y disensión han sido sembradas, ¿qué más podemos esperar? El liberalismo está cosechando lo que sembró. Sembró incredulidad y está cosechando apostasía.

En los comienzos de 1980, un número sin precedentes de ministros y laicos abandonaron la iglesia en Australia y Nueva Zelandia. Durante la década del 70, nuestra iglesia en esos dos países perdió un creyente de cada tres creyentes que entraban. En 1981, después de un atentado especialmente notable de efectuar un cambio liberal, el porcentaje de pérdida subió a 46%. Llegó hasta 63% , una pérdida de un miembro por cada dos creyentes (Vea Australasian Record, 28 de Octubre de 1989).

No podemos permanecer indiferentes ante tamañas pérdidas. No debemos minimizar las trágicas consecuencias de nuestras confrontaciones internas, causadas por la nuevas teologías. Las víctimas son miles de almas perplejas quienes, espiritualmente confusas, se están separando de nosotros, lanzando lejos su confianza en la validez de nuestro mensaje. Han perdido los hitos de nuestra fe y no tienen más un claro entendimiento en lo que nosotros creemos.

El siguiente cuadro de la División Norteamericana refleja las consecuencias de continuar tratando de cambiar nuestras creencias tanto en los Estados Unidos como en Canadá:

Tasas de Crecimiento Anual

1931-1940                   4.4%

1941-1950                   3.1%

1951-1960                   2.9%

1961-1970                   2.8%

1971-1980                   3.2%

1981-1988                   2.3%

¿Cuál es el mensaje que nos traen estos números? Oscar Wilde, un famoso dramaturgo del siglo pasado, con inigualable ironía afirmó que “existen tres clases de mentira en el mundo: mentiras comunes, mentiras pequeñas, y estadísticas”. Así Wilde delineó el hecho de que las estadísticas pueden engañar y que pueden llevarnos a falsas conclusiones. Pero aun cuando las estadísticas puedan ser susceptibles de interpretaciones incorrectas, no debemos minimizar su importancia en un análisis de la crisis que estamos enfrentando. Ellas nos pueden ayudar a entender la gravedad de nuestros problemas.

Es verdad que podemos ser engañados por los números y que podemos concluir que, a pesar de lo que parece ser aparente, la División Norteamericana aun continúa creciendo. Pero ella no está creciendo. De acuerdo con fuentes confiables, un 30-35% de nuestros creyentes no van más a la iglesia. Con esta disminución en los cultos ha venido una disminución en las ofrendas. Se han tenido que efectuar agudos cortes en los recursos de la iglesia. Las matrículas en nuestros colegios están disminuyendo. Algunas instituciones han sido cerradas. Estamos en el proceso de disminución (corte) de operaciones de nuestras iglesias y estamos reduciendo nuestras fuerzas de trabajo. El mercado para nuestros libros se está encogiendo. Los diarios denominacionales se han fusionado y sin embargo sus tirajes han disminuido. Hemos llegado a un tiempo de restricciones financieras, con muchas de nuestras asociaciones reduciendo sus fuerzas ministeriales. Estas son las consecuencias inevitables de lo que ha sucedido en las áreas teológicas.

Después que tantas semillas de incredulidad y de incertidumbre han sido sembradas dentro de la iglesia por aquellos que están obsesionados por el deseo de reinterpretar nuestra teología, después de tantos años de contiendas teológicas, ¿qué más podemos esperar? Estamos testimoniando la inevitable cosecha del liberalismo. Cuando se siembra la incredulidad, la cosecha tiene que ser la apostasía.

Después de su insidiosa penetración dentro de las murallas de la ciudad de Dios, el liberalismo en sus diversas formas y aspectos, ha tenido éxito al abrir las puertas de la iglesia a la invasión a otros males tales como el pluralismo, secularismo, humanismo, materialismo, futurismo y preterismo.

PLURALISMO.-

Para difundir la polarización que estamos enfrentando, algunos quieren que los eruditos oficialmente adopten el pluralismo teológico, acepten la coexistencia pacífica de puntos de vista conflictivos y hasta opuestos entre nosotros.

"En las creencias fundamentales, unidad en las cosas no esenciales y libertad en todas las cosas, amor” es el dicho popular que inspira a los eruditos pluralistas en sus apelos por flexibilidad y apertura. ¿Pero quién es el que va a determinar qué es lo esencial y qué es lo negociable? ¿Los individuos, los ministros independientes, las sociedades teológicas, el consejo anual, o la iglesia como un todo bajo la guía del Espíritu Santo? ¿Seríamos nosotros capaces de retener nuestro propio entendimiento como el último movimiento profético de Dios, si tuviésemos que fragmentar nuestras creencias por medio de la inclusión de pensamientos de escuelas divergentes?

Necesitamos una unidad teológica en nuestros sermones y en nuestras publicaciones, pero sobre todo, necesitamos unidad en los departamentos teológicos de nuestros colegios y universidades. Yo creo que ninguna escuela de teología, bajo influencias pluralísticas, zarandeada por confrontaciones de ideas, está en condiciones de producir predicadores con fuertes convicciones. Sin predicadores que posean esta certeza, no hay poder en sus predicaciones.

La exitosa diseminación del evangelio en el mundo Mediterráneo en los días de los apóstoles, amenazó la unidad cristiana. Personas con amplias divergencias de fondo fueron bautizadas, introduciendo dentro de la iglesia algunos de los conceptos religiosos populares de la época. Así, existía un peligro real de que las enseñanzas de la iglesia fuesen afectadas por el sincretismo. Alertado en relación a este peligro, Pablo exhortó a los Efesios para que mantengan la unidad (ver Efe. 4:4-6).

Dirigiéndose a las “iglesias de la Galacia”, el apóstol expresó su pesar por la manera en que los Gálatas, bajo influencias pluralísticas, cambiaron su manera de pensar y se apartaron de la gracia de Cristo hacia un evangelio “diferente” (Gal. 1:6). ¿Estaba Pablo siendo estrecho de mente en su apelo por unidad? Después de todo, aquellos judíos cristianos ciertamente predicaban la salvación a través de Cristo. Ellos nunca negaron, tanto cuanto nosotros sabemos, que era necesario creer en Jesús como siendo el Mesías y el Salvador. ¿Por qué entonces Pablo fue tan vehemente en su proposición hacia estos predicadores judíos cristianos? Porque los judaizantes insidiosamente distorsionaron el evangelio de Cristo, lanzando a los creyentes a un estado de confusión mental y espiritual. Con el riesgo real de ser tachado de intransigente, Pablo exhortó a los Gálatas para que no le diesen atención a esos mensajeros que, exigiendo una autoridad eclesiástica, estaban destruyendo la paz y la unidad que había existido entre los santos.

APRENDAMOS DE LA EXPERIENCIA METODISTA.-

El Metodismo en nuestros días es conocido por su amplio abanico de creencias. Su clero tiene libertad para acceder a diferentes escuelas de interpretación bíblica. Intentos para definir las doctrinas básicas metodistas han enfrentado mucha oposición, y la teología metodista se ha visto sorprendentemente divorciada de su propia tradición. A las personas que quieren ser aceptadas como miembros de iglesia, no se les exige aceptar ningún credo específico. Ante la pregunta, ¿En qué creen los Metodistas? Los ministros y los laicos responden diciendo que creen en Jesús.

Hoy en día la Iglesia Metodista está en una franca decadencia numérica. “En el periodo entre 1965-1975, la Iglesia Metodista Unida perdió más de un millón de miembros”, dice C. Peter Wagner, en “Llevando Su Iglesia A Crecer”, página 32. ¿Y quién es responsable por esta aguda deserción? La culpa del éxodo que están enfrentando los Metodistas no está en alguna fuerza exterior. El verdadero culpable está dentro de su iglesia. Si la Iglesia Metodista estuviese siendo atacada por enemigos externos, si estuviese sufriendo alguna persecución como resultado de sus desafíos para evangelizar el mundo, eso sería una esperanza. Pero el mundo no persigue una iglesia que parece existir para no hacer nada. La Iglesia Metodista está declinando como resultado de su falla en preservar su propia herencia religiosa. ¿Podemos aprender algunas lecciones provechosas de su confusa experiencia?

PRETERISMO, CRITICISMO HISTORICO, Y FUTURISMO.-

Un segmento de la comunidad de los eruditos Adventistas del Séptimo Día no aceptan más los principios de interpretación profética, los cuales hicieron de nuestra iglesia lo que somos.

En los libros de Daniel y Apocalipsis, nuestros pioneros encontraron nuestro tiempo y nuestra misión. Aplicando el método histórico de interpretación profética, el cual ha sido usado por la mayor parte de los cristianos a través de los siglos, y que tuvo la consecuente aprobación de Ellen White, nuestros antepasados estuvieron calificados para descubrir la historia del largo conflicto entre Cristo y Satanás. Ellos fueron capaces de mirarse a sí mismos como haciendo parte integral del programa cósmico.

Hoy día, sin embargo, sentimos un gradual rechazo del método histórico y una creciente aceptación de las escuelas de interpretación profética de la Contra-Reforma. Además, el criticismo histórico no permite predicciones verdaderas de largo alcance. Como consecuencia, en algunos lugares nuestro mensaje ha sido cambiado y ha perdido su distintividad y su poder.

Moviendo el cumplimiento de las profecías de largo alcance hacia el final de la era (visión futurista), relegando su importancia para el pasado distante (visión preterista), o negando la profecía verdadera de largo alcance (la visión histórica crítica), hace con que las profecías de Daniel y Apocalipsis sean irrelevantes y transforman el movimiento Adventista en apenas otra denominación sin poder y sin un mensaje profético especial.

SECULARISMO.-

Otro intruso que se está expandiendo su presencia su presencia dentro de las murallas de la ciudad de Dios es la tendencia conocida como "secularismo", definida a menudo como la organización de la vida como si Dios no existiese. Su creciente influencia está produciendo un declinio en la asistencia, ha reducido el compromiso con los ideales cristianos, y una creciente tendencia a mirar la iglesia – cualquier iglesia – como siendo obsoleta e irrelevante. El crecimiento profesional y el prestigio, los negocios y las ganancias, el status económico, y los logros académicos son sobrestimados mientras que las virtudes cristianas son negligenciadas o relegadas a un segundo lugar.

De acuerdo con Norman Blaike, los cristianos Norteamericanos de hoy en día, pueden ser divididos en dos grupos, los “supernaturalistas” y los “secularistas". Los "supernaturalistas", dice Blaike, generalmente son teológicamente de la derecha, mientras que los "secularistas" son de la izquierda. Los "supernaturalistas", dice él, aprecian las virtudes cristianas tales como la devoción, la piedad, y los compromisos de la iglesia, mientras que los "secularistas" admiran la tolerancia, el éxito, eficiencia, y logros académicos (ver N. W. H. Blaike, "Altruismo en las Profesiones de Fe: El Caso del Clero", Diario de Sociología de Australia y Nueva Zelandia, Número 10 [1974], página 87).

El proceso de secularización está afectando no solamente a los creyentes sino que también a las instituciones. De acuerdo a George Marsden, historiador de la Universidad de Duke, el carácter religioso de muchas instituciones cristianas religiosas ha sido eclipsado sin que “nadie lo note ni que nadie parezca enterarse". (ver Time, 22 de Mayo de 1989).

En las últimas dos décadas, hemos visto afectadas las instituciones Adventistas del Séptimo Día por cambios substanciales, siendo que no todos ellos han sido positivos. Furtivamente, el secularismo ha efectuado sus incursiones, las cuales tratan de eclipsar el carácter religioso de estas instituciones. Los servicios religiosos aún se mantienen en sus capillas, pero son más una forma que una fuerza espiritual.

El liberalismo teológico ha hecho una inmensa contribución a este insidioso secularismo de creyentes e instituciones, a través de su rechazo a una iglesia autoritaria, una Biblia autoritaria, y un cuerpo autoritario de verdades. Es más que la voluntad de acomodar la religión al espíritu de los tiempos.

OTROS MALES.-

Otros males, tales como excesiva libertad académica, el abordaje histórico de las Escrituras, y la evolución teística (con su cronología tremendamente larga) están haciendo sus contribuciones para socavar la confianza en las creencias básicas y llevando a las congregaciones al desastre espiritual.

Es imposible prevenir la enseñanza de aberrantes puntos de vista dentro de la iglesia. Cuando es aceptado el concepto de libertad académica sin una clara confesión de las responsabilidades. Los defensores de la libertad académica en nuestro medio, dicen que nosotros no somos una denominación de creencias, de tal manera que cada creyente debiera ser libre de poder escoger diferentes puntos de vista teológicos. Pero nosotros entendemos que si un individuo va a ser un Adventista del Séptimo Día, él o ella debiera aceptar integralmente nuestras creencias fundamentales. Caso contrario, él o ella no puede ser un Adventista del Séptimo Día.

Yo aun me acuerdo de la gran oposición manifestada por algunos eruditos adventistas, cuando la metodología crítica histórica fue condenada oficialmente por la Conferencia General, en la base de que este método, por definición, excluye nuestra creencia en la transcendencia de las Escrituras.

Yo creo, sin embargo, que la iglesia tiene el derecho incuestionable de decidir cuál será el método deberá ser usado por nuestros eruditos y predicadores. Esta es nuestra única salvaguardia para proteger  nuestra herencia religiosa, la cual aprueba el principio de la Reforma de que la Biblia es la infalible Palabra de Dios y su propio intérprete.

La evolución teística (o creacionismo progresivo) es un concepto aceptado por un creciente número de científicos en nuestras filas. Esto envuelve la subordinación y acomodación de las Escrituras al punto de vista darwiniano de una evolución gradual. Aquellos que apoyan  esta escuela de pensamiento no consideran que las partes claves de la Biblia como siendo fuentes confiables de información histórica. Al tomar esta posición, ellos colocan las hipótesis científicas sobre las Escrituras, haciendo de la ciencia un juez de la Palabra de Dios.

LA QUINTA COLUMNA.-

La guerra civil española (1936-1939), dejó un millón de muertos. Cuando el conflicto parecía estar alcanzo su clímax, el General Emilio Mola llevó cuatro columnas hacia la capital del país. Pero, fuera de estas cuatro columnas, él tenía una quinta columna, una que entró en Madrid por detrás de sus defensas, para liberar a la ciudad cuando llegase el momento oportuno.

Entre las lecciones que la historia nos enseña, encontramos las caídas de imperios e instituciones, las cuales sucumbieron a fuerzas externas. El historiador Gibbon (1737-1796), describe la caída de Roma como debiéndose a fuerzas internas , no externas. Él menciona al poeta italiano del siglo XIV, Petrarca, el cual describió la caída de Roma como sigue: "¡Contemplen los restos de Roma, la sombra de su antigua grandeza! Ni el tiempo ni los bárbaros tienen la gloria de haber producido tamaña destrucción: fue llevada a cabo por sus propios ciudadanos, los más ilustres de sus hijos".

Muchas civilizaciones han sido derrotadas por un sabotaje interno de quintacolumnistas. La historia nos alerta de lo que puede suceder en la iglesia. La oposición externa no es nuestro peor enemigo. En cambio, las insidiosas influencias deterioradoras introducidas por Satanás, nuestro gran adversario, efectúan el mayor daño.

¿Cuál ha sido la mayor derrota sufrida por la iglesia cristiana? ¿Cuál es la pérdida de vidas como resultado de la violencia, martirio y tortura? No. La mayor derrota de la iglesia sucedió cuando ella aceptó el favor del Imperio Romano y perdió su pureza y su fervor. Cuando la iglesia abandonó las catacumbas, se acostumbró al esplendor del mundo. Los quintacolumnistas de Satanás – su caballo de Troya – debilitaron la iglesia internamente, pavimentando el camino para la dilución de la fe y el establecimiento del pseudo cristianismo.

CONCLUSIÓN.-

El cuadro que yo he presentado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, puede ser considerado inhóspito y oscuro. Pero, en mis comentarios finales, quisiera presentar una visión más brillante. A despecho de los problemas que enfrentamos hoy en día, tenemos muchas razones para creer en el triunfo de nuestro mensaje, siempre que nos mantengamos fieles a la Biblia. Va a surgir un reavivamiento, y nuestros ojos verán poderosos milagros de evangelismo.

Nuestro mensaje y movimiento merece ser caracterizado por un espíritu triunfante. Ellos no están basados en “fábulas artificiosas” sino sobre el inamovible fundamento de la “segura palabra de la profecía”.

"Puede parecer que la iglesia está por caer, pero no caerá. Ella permanece en pie, mientras los pecadores que hay en Sión son tamizados, mientras la paja es separada del trigo precioso.  Es una prueba terrible, y sin embargo tiene que ocurrir". (2 MS:436).

La convicción de que Dios guía este movimiento, nos permite declarar, sin una sombra de duda, que el fuego en los altares Adventistas del Séptimo Día nunca se extinguirá. La determinación de ganar el mundo para Cristo nos motivará en nuestros programas evangelísticos unidos. El mundo será iluminado con la gloria de nuestra proclamación de la fe Adventista. -- Autor: Pr. Enoch de Oliveira, Ex-Vice-Presidente de la Conferencia General (Brasileño)

Fonte: El Advento, Casilla 14513, Santiago 21, Chile.

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